#OPINIÓN A cambiar el sofá #24Jul

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El contraproducente y pueril debate sobre votar o no en las próximas elecciones municipales evoca un poco el cuento del hombre que se entera que su mujer le engaña con el vecino utilizando el sofá de la casa, y el cornudo decide resolver el problema vendiendo el sofá.

En Venezuela nadie discute el valor del voto dentro de cualquier sistema más o menos democrático. Casi todo el mundo concuerda en que las elecciones son el medio idóneo para dirimir las diferencias políticas allí donde aún prevalece el respeto por la decisión de las mayorías.

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Pero ocurre que en Cuba también hay elecciones cada tanto tiempo y sus resultados se proclaman sin rubor, con totales de casi el 100% a favor de los candidatos del partido único: Con la oligarquía roja encantada y la ONU feliz.

Acá no interesa discutir el mérito relativo de las votaciones y abstenciones en años anteriores al 28 de julio de 2024, cuando todavía parecía haber ciertas posibilidades dentro de un sistema ya minado de abusos y trampas. La burda y descarada farsa del pasado 29 de julio cambió todo eso.

Aquello confirmó – aún para el más lerdo – que los resultados electorales en Venezuela por ahora son los que decida Miraflores, utilizando a sus dóciles mandaderos en sitios que algunos desaprensivos aún se empeñan en llamar “instituciones” – pero que son el auténtico sofá donde se ejecutan los dictados del poder central.

En municipios abrumadoramente opositores se nos pide defender territorios aún “libres” de los peores desmanes de la barbarie, pero se parece un poco a lo que experimentó en su día Francia con las relativas ventajas del régimen del Mariscal Pétain: Son apenas pequeños espacios para sustentar una burbuja o ilusión de supervivencia en medio de un auténtico exilio interno.

Quien allí vaya a ser electo ya lo está, pero con un solo voto, el del gobierno.

Es inútil y contraproducente insultar a quienes voten o no voten. En estos momentos el tema no es votar o no votar. Da igual. El “quid” del asunto lo definió hace tiempo el camarada Joseph Stalin: “Lo importante no es quienes votan sino quienes cuentan los votos”. En esta Venezuela un voto vale menos que un bolívar.

Aquí el tema ya no es votar o no votar sino un sistema electoral tan desacreditado que cada día se está pareciendo a un sofá inmundo, manchado y maloliente, destartalado, sin resortes, cojines, rellenos, ni patas que lo sustenten. Un sofá tan desvencijado y repugnante que ya no sirve ni para la más burda prostitución.

Si se va a discutir por algo que lo amerite, discutan cómo se llega a cambiar ese hediondo sofá. En estos momentos el tema no es votar o no votar.

Antonio A. Herrera-Vaillant

[email protected]

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