Cuando conocemos la frase de Tomas Edison para producir un invento genial: “1% de inspiración y 99% de transpiración”. Esta misma relación se puede aplicar a cualquier esfuerzo creativo, inclusive al desarrollo de una estrategia de negocios.
Pero que esta frase no nos deje confundir, la chispa de la idea es esencial para que ocurra. Sin ella, las estrategias no dejan de ser estereotipos. Pero transforman en realidad esa idea convirtiéndola en una estrategia ventajosa que implica; metodología, cierta disciplina mental y gran parte de arduo trabajo. Cuando se llega a la “inspiración creativa”, nuestra labor se hace mucho más difícil. Resulta más fácil reconocer una idea que definirla. Tal vez se debería mencionar que la inspiración creadora es la habilidad para combinar, sintetizar o reacomodar fenómenos sin relación previa de manera que la mezcla resultante sea más provechosa que cada uno de sus componentes.
¿Qué significa todo esto para el estratega? ¿Puede enseñarse la creatividad? ¿Puede desarrollarse constantemente? Es obvio que sí; los inventores como Thomas Edison o Edwin Land son, por definición, excepciones. Para la mayoría de nosotros, la inspiración creadora es como un tizón ardiente que debe atizarse para que brille. En forma más prosaica, se puede afirmar que se debe identificar y estimular las costumbres y condiciones que nutren la creatividad. Existen tres importantes restricciones que el estratega de negocios debe siempre estar en condiciones de percibir: realidad, receptividad y recursos.
Realidad: a diferencia de las personas que desarrollan conceptos científicos o de artistas creativos, los estrategas de negocios siempre deben estar pendiente del triángulo estratégico de las organizaciones: clientes, organización y competencia.
Receptividad u oportunidad: es la segunda consideración clave que los estrategas de negocios deben gestionar. Salvo que el momento sea oportuno, es decir, exista propensión por parte del mercado; en este sentido, la estrategia puede llegar a ser exitosa, en caso contrario la estrategia propuesta estaría dispuesta al fracaso. Algunas estrategias pueden fallar debido a que llegan con retraso y no porque sean prematuras.
Recursos: constituyen una restricción tan obvia que resultaría sorprendente que los estrategas los descuidaran o los olvidan. Sin embargo, abundan los ejemplos de estrategias que han fracasado por sus autores no se percatan de sus limitaciones de recursos.
Estar a tono con estos tres elementos es una condición indispensable para encender la inspiración creadora.
Msc. Julio Cesar Vargas
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