Con un resplandor de pureza y esperanza, la excelsa patrona la Divina Pastora, luce radiante desde su nicho en el santuario de Santa Rosa. Cada 14 del mes, los fieles conmemoran la fe inquebrantable de los barquisimetanos y recuerdan la protección de la Virgen María durante la tempestad del terremoto de 1856.
El pueblo de Santa Rosa se convierte una vez más en un punto de peregrinación, un lugar donde los devotos se acercan a la figura maternal de la Divina Pastora en busca de consuelo y cercanía espiritual. «Ella nos acerca a Dios, Ella nos acerca a la santidad de Jesús», expresan los feligreses, reconociendo el papel de María como intercesora.
La imagen, vestida de azul y blanco, simboliza la pureza y la gracia que los fieles atribuyen a la Madre de Jesús, reafirmando su llamado a buscar la santidad a través de la devoción. Este día, más que nunca, invita a la comunidad a visitar su santuario y a renovar su fe en la protección y el amor de la Divina Pastora.