Si nos detenemos un momento a analizar el pasaje de la historia independentista que concierne a la Batalla de Araure, podremos recordar el origen del “Batallón Sin Nombre”.
Cuenta la leyenda reconocida como historia qué, antes del inicio de la batalla, un grupo de “campesinos, agricultores,” de la zona le pidieron al Libertador, Simón Bolívar, que les suministrara armas para pelear por la Independencia; el Libertador les contestó:
“Si quieren armas… ¡Quítenselas al enemigo!”
Después de la batalla aquel grupo de “valientes campesinos, agricultores”, exclamaron ante el Libertador: Bolívar…
¡Aquí tiene las armas!
Ante aquel gesto heroico, Bolívar creó al…
“Batallón Sin Nombre”.
Tal vez entre los productores agropecuarios que, “presuntamente”, son calificados de “latifundistas, terrófagos, o de oligarcas delincuentes». Tal vez, entre ellos, haya descendientes de aquellos valientes campesinos…
Presumo que, el mundo y por ende Venezuela, está cayendo en una terrible oscuridad en lo que ha ecología se refiere. Más temprano que tarde, la realidad se impone, y lamentablemente, nos da la razón…Es cuestión de lógica y de qué, se cumplan las proféticas palabras “todo tiene su momento.”
No es que nos debemos sentar a la puerta de nuestro hogar a esperar ver los desastres que han venido ocurriendo en el estado Mérida y en los llanos venezolanos. ¡No! Es cuestión de que el desastre puede llegar a tocarnos las puertas de nuestro hogar.
Está sucediendo como el cuento de los tres cochinitos… El lobo viene; el lobo viene…
Tan sólo es cuestión de despertar nuestra “CONCIENCIA AMBIENTAL”.
Pues bien, el lobo, disfrazado de “CAMBIO CLIMÁTICO” ya está tocando la puerta. ¿No les parece extraño, las extemporáneas y torrenciales lluvias caídas día tras día, acompañadas por altas temperaturas y sol implacable, afectando a personas que perdieron sus viviendas, sus unidades de producción y/o sus enseres matando a gran cantidad de ganado y perjudicando a muchos cultivos por su extemporaneidad, por la forma en la cual cayeron y por el pronto retorno al implacable Sol de verano; ésta situación propició la aparición de bacterias y la “quema” de plantas y frutos?
Una vez oí una sugerencia ante el déficit de agua dulce disponible para el riego de los cultivos, que me pareció absurda; se propuso que los agricultores sembráramos tan solo al comenzar el ciclo qué, en países tropicales, denominamos invierno. Sin tener mi objeción la más mínima intención de minimizar la propuesta, venida de una opinión altamente respetada, por los conocimientos de quien la expresó, quisiera preguntar: ¿Cómo calculamos en la actualidad el inicio del ciclo de invierno? Entre lo extraño de la propuesta, para mí, está precisamente que, tengo el temor de que este periodo de lluvia, o va a ser muy escaso, o va a ser demasiado fuerte. ¿Entonces? ¿Hasta cuándo se exige a los productores de vida, a través de la salvaguarda de las nacientes de agua dulce y de los alimentos, a mayores y continuos sacrificios? ¿Hasta cuándo el hostigamiento a los productores exitosos, después de haber logrado vencer todos los obstáculos, imaginables o no, a situaciones anti natura en sitios inhóspitos, a depredadores de dos y de cuatro patas, racionales e irracionales? “Presumo” qué, en gran medida se nos acosa, se nos despoja de nuestras unidades de producción; se imponen precios viles al valor del producto de nuestra inversión y trabajo, único medio del cual disponemos para cubrir el costo de nuestras necesidades básicas, sociales, materiales e intelectuales, tal cual, lo expresa la Constitución Nacional en su artículo 91; se nos señala de una manera inquisidora, de que somos terratenientes u oligarcas y, en la mayoría de los casos somos un sector de la sociedad que apenas subsiste sin ayuda, y cuando ésta ayuda, se nos llega, se vuelve sal y agua, por los errores de las técnicas implementadas, las cuales imponen de manera obligatoria; qué como en el caso del café, “supuestamente” han causado daños irreparables e irreversibles al ambiente. Al éxito del productor agropecuario se le persigue de manera destructiva.
Las imágenes sobre vastos sectores de los Andes y de los llanos venezolanos publicadas, nos indican que el sector productor de alimento necesita ayuda urgente, para recuperar lo perdido.
La realidad…
“Sin agricultores no hay comida.”
Maximiliano Pérez Apóstol