La inflación en Venezuela sigue una preocupante trayectoria ascendente. Según el más reciente informe del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), la tasa de inflación para mayo se ubicó en 26%, un alza significativa frente al 18,4% registrado en abril.
El informe también destaca que la inflación acumulada en lo que va de año alcanzó 105,5%, mientras que la tasa interanual escaló hasta 229%, muy por encima del 172% reportado en abril. Esta dinámica, advierte el OVF, refleja una aceleración peligrosa en el alza de precios, que sigue afectando el ya golpeado poder adquisitivo de los venezolanos.
Monetización del déficit y presión inflacionaria
De acuerdo con el organismo independiente, el principal detonante de este repunte ha sido el crecimiento del financiamiento del Banco Central de Venezuela (BCV) a la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), que se incrementó en 300%. Esta práctica, conocida como monetización del déficit fiscal, introduce más bolívares en circulación sin respaldo productivo, lo que se traduce en un aumento sostenido de los precios.
“El mes pasado, la liquidez monetaria se expandió en 154%, mientras que el tipo de cambio oficial aumentó 170%”, precisó el OVF. Ambos factores alimentan un ciclo inflacionario que ya está generando consecuencias visibles en los mercados.
Rubros más afectados
Los sectores más impactados por la inflación en mayo fueron:
- Alimentos: +31%
- Vestido y calzado: +34,3%
- Salud: +34,9%
- Educación: +35%
Estos incrementos reflejan el efecto directo de la inflación sobre bienes esenciales, agravando la situación de las familias venezolanas que enfrentan dificultades para acceder a servicios básicos y alimentación.
Un panorama económico incierto
El informe del OVF advierte que, de mantenerse esta tendencia, Venezuela podría cerrar el primer semestre del año con una inflación cercana al 130%, lo que comprometería cualquier plan de estabilización económica a corto plazo. A pesar de los anuncios gubernamentales sobre el control del gasto y la recuperación del bolívar, la evidencia sugiere lo contrario.
En este contexto, economistas insisten en que la única vía para frenar la inflación pasa por reducir el déficit fiscal, eliminar la dependencia del financiamiento monetario y generar confianza en una política cambiaria más transparente y estable.