Lo que parecía imposible se volvió realidad en el Ártico sueco: la Kiruna Kyrka, una de las iglesias de madera más emblemáticas de Escandinavia, comenzó este martes un traslado histórico de cinco kilómetros para salvarse del hundimiento provocado por la mina de hierro subterránea más grande de Europa.
El templo luterano, inaugurado en 1912 y declarado símbolo cultural de la ciudad, pesa 672 toneladas y será movido entero, sin desmontarse, en una operación que durará dos días. El proceso forma parte de la reubicación completa de Kiruna, una ciudad de 23 mil habitantes que enfrenta el colapso de su suelo debido a la actividad minera de la empresa estatal LKAB.
Una mudanza monumental y televisada
El proyecto, que demandó ocho años de planificación y un presupuesto cercano a los 500 millones de coronas suecas (unos 45 millones de euros), se convirtió en un evento nacional. Más de 10.000 personas, entre ellas el rey Carlos XVI Gustavo, asistieron al inicio del traslado, mientras la televisión pública SVT transmitió en directo el espectáculo bajo el título “El gran movimiento de la iglesia”.
La logística es tan impresionante como simbólica: la iglesia avanza a un ritmo de medio kilómetro por hora, apoyada sobre vigas y remolques diseñados especialmente. El campanario, separado de la estructura principal, será transportado la próxima semana.
Patrimonio religioso en movimiento
Más allá de la hazaña técnica, el traslado busca preservar el valor espiritual y cultural de la Kiruna Kyrka. Diseñada por el arquitecto Gustaf Wickman con inspiración en las cabañas tradicionales sami (lávvu), el templo resguarda un retablo pintado por el príncipe Eugen —miembro de la familia real sueca— y un órgano con más de 2.000 tubos, ambos embalados cuidadosamente para el viaje.
“Es con gran reverencia que emprendimos este desafío. No se trata de un edificio cualquiera, es una iglesia”, declaró Stefan Holmblad Johansson, gerente del proyecto en LKAB, a la agencia AFP.
Como parte de las celebraciones, se programaron un servicio religioso, un evento comunitario con café —que busca batir un récord mundial— y un concierto de la reconocida cantante sueca Carola, ícono de la cultura popular.
Un pueblo en movimiento hasta 2035
La reubicación de la iglesia es apenas una fase de un plan urbano sin precedentes: toda la ciudad de Kiruna será desplazada, un proceso que afectará a unas 3.000 viviendas y 6.000 personas, y que se extenderá hasta 2035. En total, 23 edificios culturales deberán ser trasladados para dar paso a la expansión de la mina.
Sin embargo, el proyecto ha generado críticas. Organizaciones sami advirtieron que el desmembramiento del territorio pone en riesgo el pastoreo de renos, actividad esencial para su cultura ancestral.
Mientras tanto, en su antigua ubicación ya se cavaron los cimientos para sostener las vigas del templo. Un símbolo que, más allá de lo técnico, confirma que en Kiruna la fe también viaja sobre ruedas.