Hace días, el economista José Guerra, exdiputado de la Asamblea Nacional, no dudó al describir la situación económica del país. A través de una contundente presentación visual en sus redes sociales, demostró que el precio del dólar en el mercado oficial ha experimentado un alarmante aumento del 277% en los últimos 12 meses.
Esta cifra es un duro golpe para la narrativa de una economía estabilizada, y contrasta drásticamente con el 15% de aumento registrado en el mismo período del año anterior. Guerra señaló que el gráfico actual del tipo de cambio es «casi vertical«, una imagen que evoca la aceleración de la devaluación que impacta directamente en los bolsillos de los venezolanos, encareciendo productos básicos como alimentos y medicinas.
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Las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV) confirman el deterioro del bolívar, que cayó 52,2% frente al dólar en el primer semestre de 2025. El precio de la divisa pasó de 52 a 108,9 bolívares en su más reciente cotización, lo que significa un aumento del 109,4% en tan solo seis meses. Mientras tanto, el salario mínimo fijado por el gobierno de Nicolás Maduro permanece congelado en 130 bolívares desde marzo de 2022, lo que equivale a solo 1,19 dólares mensuales, una cifra que revela la profunda pérdida de poder adquisitivo de la población.
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Factores de la tormenta: ¿Por qué el dólar se dispara?
La actual presión cambiaria, que ha llevado a esta escalada, se debe a una combinación de factores externos e internos. La economista Tamara Herrera, directora de la consultora Síntesis Financiera, lo explicó en detalle. El país enfrenta un “shock externo” generado por la caída en los precios internacionales del petróleo, sumado a la interrupción parcial de los aportes de divisas de la petrolera estadounidense Chevron.
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“Disminuyen los ingresos petroleros y se corta un flujo que era muy importante: las divisas que Chevron estaba obligada a vender en el mercado formal”, señaló Herrera.
Esta reducción en la oferta de divisas ha obligado al Banco Central a retomar un rol más activo en las intervenciones cambiarias para intentar contener la demanda. La consecuencia inmediata, según Herrera, ha sido el ensanchamiento de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. No obstante, la economista destacó una diferencia clave respecto a años anteriores: el BCV ha permitido que el dólar oficial “se deslice”, evitando un anclaje rígido que podría generar distorsiones más graves.
Este deslizamiento controlado, que Herrera describe como un “crawling peg no declarado”, busca mantener el dólar oficial relativamente cerca de la realidad del mercado. Sin embargo, la oferta de divisas sigue siendo insuficiente, y el ajuste cambiario, según la experta, deberá “acercarse inevitablemente al precio del dólar de mercado”.