La sabana de Barquisimeto (1)

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Caminito que un día

Esa larga y congestionada vía barquisimetana que de Este a Oeste, comienza en el monumento del Sol Naciente y termina en el Obelisco, tiene historia desde antes de su actual denominación como avenida Libertador.
El territorio sobre el cual se extiende, la avenida Libertador, es parte de lo que los caquetíos, llamaban Patarata, territorio, si no poblado, controlado por esta etnia suramericana y caribeña, de quienes, como monumental huella probatoria de dominio y uso, existe en la localidad de El Cercado, una construcción lítica para el aprovechamiento y conducción de las aguas pluviales que seguramente es sólo uno de un sistema de riego más amplio que allí existió, según muchos indicios parecen comprobarlo.
Consta en los informes españoles del siglo XVI que en estas sabanas abundaban manadas de venados, conejos, aves que sirvieron para abastecer de alimento a las depredadoras tropas del imperio español y antes, durante siglos, proveyeron de carne a las poblaciones indígenas de toda la región para lo cual seguramente los grupos cazadores mantenían abiertas por toda la extensión de la sabana, numerosas picas y veredas sirviendo además dichas vías para las expediciones de carácter religioso que serían frecuentes hacia las colinas del norte donde aún hoy es posible encontrar vestigios de estas incursiones sacras de los pueblos indígenas.
Sobre algunas de estas veredas, semiocultas entre las espigas de la sabana indómita, se establecieron caminos comunicantes de Barquisimeto con otras localidades situadas al norte de la ciudad: el que conducía hacia Yaritagua y San Felipe; el que nos unía a Duaca y Aroa y el que iba por Bobare y Matatere hacia Siquisique y Churuguara.
Estos caminos cruzaban la quebrada Yoi Toi, conocida ahora como La Ruezga que, a su vez, de Oeste a Este cruza la sabana y que “tiene su origen –noticia que copiamos de una relación geográfica de1745- cinco Leguas distante de la ciudad asial Poniente en la Loma que por la parte del norte sirve de muralla al río de que se trata, [el río Turbio], y sus corrientes desde su nazimientos buscan el Norte asta que por donde finaliza la mezeta donde está fundada la Ciudad baxa a las begas del referido Río y sitio de San Antonio de Ruezga 3 y ½ Legua distante de la ciudad asta cuio sitio es sólo corriente [durante] el hivierno y el verano dexa algunos pozos solamente y de dicho [sitio de San Antonio] hasta la referida junta es corriente en todo [el] año…”
Esta sabana, desde El Cercado al Este hasta la quebrada Los Coro (hoy La Guardia) al Oeste y desde los cerros del Norte hasta el río Turbio, formaba la parte más importante de los ejidos de Barquisimeto según título otorgado a la ciudad en 1596 por el gobernador Diego de Osorio.
Una descripción de esta sabana la da el coronel norteamericano William Duane, periodista, director del diario “La Aurora” de Filadelfia, partidario de la independencia venezolana quien en 1822, pasó por Barquisimeto donde permaneció varios días. Dice:
“Al subir a la planicie, la tierra se veía desprovista de todo verdor, salvo algunas insípidas plantas silvestres que formaban varios macizos, y cardos solitarios diseminados aquí y allá. Si se tendía la mirada hacia occidente, sur y suroeste, se advierte una falta absoluta de vegetación en toda aquella superficie, cubierta por una tierra descolorida, grisácea y fuliginosa más desolada con la sombra de diversos montículos que alzaban en diversos parajes sus moles abruptas” (Viaje a la Gran Colombia en 1822-1823, tomo I, pp. 233-234)
No obstante los avatares de la guerra por la independencia venezolana y especialmente las trágicas consecuencias del terremoto de 1812, Barquisimeto procuraba recuperarse como centro urbano lo que las condiciones naturales de su privilegiada ubicación, le permitieron a lo largo de los años. Esta recuperación supuso su crecimiento, lento pero sin pausas y, desde luego la ocupación de los terrenos de la norteña sabana.
En 1827, escribe Francisco de Paula Vásquez, se construyó el cementerio de San José pero Raúl Azparren dice que fue en 1838, en el gobierno del Dr. Juan de Dios Ponte.
Allí estuvo hasta que en su terreno se construyó la Casa del Maestro: calle 26 con Av. Venezuela.
Otra somera descripción de la sabana barquisimetana es la aportada por un ingeniero inglés llamado John Hawkwshaw quien pasó por ella a caballo cuando procedente de Duaca visitó a Barquisimeto y Cabudare en 1834. Dice este viajero:
“…la seca y árida llanura carecía de vida, a diferencia de los exuberantes distritos de la selva… No había oscuras, sombras, ni agujeros, ni rocas, que pudieran servir de escondite a los murciélagos… La tierra no estaba decorada con las cintilizaciones de las luciérnagas, sino que era pétrea, desnuda y sin vida” (Reminiscencias de Sudamérica, pp.129-130)
El camino que siguió Hawkwshaw debió ser una ruta alejada de la laguna que, según información del general Gumersindo Giménez, en su Plano Histórico de Barquisimeto, de 1879, se había empezado a construir, por iniciativa del alcalde municipal Raimundo Pérez, en 1831; se denominó La Mora, nombre que aun hoy existe adjudicado a la plaza construida en 1952, sobre el terreno que ocupó la laguna que tanto beneficio y solaz esparcimiento dominguero fue para los barquisimetanos.

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