Cuando Gladys Pérez y Zoraida González se mudaron y fueron cofundadoras de la comunidad de La Pradera II, pensaron que sus vidas cambiarían “a mejor”, sin embargo, luego de 7 años residiendo el lugar, han visto como algunas condiciones se mantienen y otras, simplemente, han empeorado.
“Cuando llegamos a estos terrenos éramos pocas personas, pero con el tiempo nos hemos vuelto una comunidad bastante numerosa”, dijo Pérez, quien mantiene su vivienda en el barrio ubicado al oeste de la ciudad, justo a los pies del distribuidor San Francisco, en la culminación de la Circunvalación Norte. “Al mudarnos para acá –prosiguió Pérez- los organismos nos prometieron que tendríamos todos los servicios en poco tiempo; pero de eso ya ha pasado tanto tiempo y seguimos con los mismo problemas”, lamentó.
Las calles de esa y otras comunidades contiguas a La Pradera I y II, son de tierra y piedras, lo que dificulta el tráfico a todo aquel que viva o visite la zona.
“Nosotros no hemos visto nunca a la alcaldesa, jamás ha pasado por aquí”, comentó Zoraida González, haciendo alusión al hecho que, desde la autoridad municipal, no han pasado por el sitio para realizar los trabajos de asfalto para la comunidad, “sólo la conocemos en vallas”, expresó.
Según las damas, los efectos del problema de la vialidad no se han hecho esperar, ya que ellas y familiares han padecido de afecciones respiratorias durante largo tiempo, “por la cantidad de polvo que se levanta por aquí”.
La oscuridad los afecta
Cuando llega la noche, habitantes de esta zona deben padecer de la oscuridad que reina en las calles del sector, “todos los postes tienen falla en el alumbrado eléctrico”, dijo Yesenia Alvarado. “Cuando llega la noche debemos encerrarnos en las casas como medida de seguridad y evitar los robos”. Según los vecinos, la situación actual del alumbrado público fomenta la proliferación de actos delictivos en la zona.
Vecinos como Alvarado, González y Pérez, indicaron que los llamados a la empresa estatal encargada de velar por el funcionamiento de este servicio se han hecho en reiteradas oportunidades sin recibir la atención inmediata.
Peligro acechador
Sobre el tema de inseguridad, las vecinas del barrio indicaron que “la situación no se aguanta”.
“La noche se ha vuelto muy peligrosa, es posible que, cuando cae la noche nos roben si estamos en la calle”, dijo Alvarado.
Por último, los afectados indicaron que, en los últimos días, “cinco ranchos de la zona han sido robados”, situación que mantiene en zozobra a los vecinos del lugar. “Nos roban las bombonas de gas, la cocina, los televisores, lo que encuentren”, dijeron las vecinas.
Quienes padecen los problemas hacen un llamado a los organismos correspondientes para que atiendan las necesidades reseñadas y así mejorar la calidad de vida de los vecinos
Poca casas
Según el conteo “a vuelo de pájaro” que hicieron las vecinas de la zona, en la Pradera I y II habitan un aproximado de 300 familias, las cuales residen, en la mayoría de los casos, en pequeñas construcciones hechas con láminas de zinc y palos de madera.
Gestiones de consejos comunales en la zona han otorgado vivienda a un número limitado de familias. “En total se han entregado 7 casas en cada una de las comunidades”, dijeron, “esperamos por las casas de la Gran Misión Vivienda”, expresaron.
Fotos: Elías Rodríguez
