Mi presidente-comandante por favor auménteme la gasolina.
Definitivamente no entiendo a la dirigencia de la oposición democrática de nuestro país. Lo digo por la forma como ellos le hacen oposición a este gobierno. Pienso, y lo creo firmemente, que estamos ante un régimen que no tiene absolutamente nada de democrático. Puede que sea cualquier cosa, hasta bueno para algunos, pero democrático nada. Para mí, no sé para los demás, se me parece mucho a lo que por allí llaman comunista o castro comunista. Un régimen que irrespeta y viola la Constitución que se ufana de haber hecho y de ser la mejor del mundo; que interpreta las leyes y reglamentos a su libre albedrío y de acuerdo a sus conveniencias. Que no acepta la división de poderes y lo concentra todo en uno solo, en el ejecutivo y, particularmente en la figura del presidente-comandante. Un gobierno cuya estructura es fundamentalmente militar y militarista. En definitiva un gobierno que hace lo que le da la gana, cuando le da la gana y porque le da la gana y punto, no se puede combatir con las reglas de la democracia. Más aun no se puede actuar desde los partidos políticos como se actuaba cuando éramos un país democrático. Y que quede claro, sobre todo a la gente de los cuerpos policiales y represivos del Estado y a los demás sapos de la revolución, no estoy planteando un golpe de Estado, como ellos lo hicieron en 1992 y que además lo celebran, con lo cual se podría inferir que dar o propiciar golpes de Estado es una actividad lícita.
No, lo que planteo es que hay que poner el miedo a un lado y las aspiraciones personales, partidistas o grupales al otro. No se le puede responder a sus arbitrariedades con ramitos de flores. O poner la otra mejilla. No se puede aceptar que ellos sí puedan hacer cosa que nos prohíben a nosotros. Que si no se puede marchar de aquí hasta allí, o que no puede ser hoy, sino tal día, o que hay que pedir permiso para manifestar. Esto por solo citar algunos ejemplos. Se tiene que asumir los riesgos que haya que asumir. Hay leyes, reglamentos y disposiciones gubernamentales de muy dudosa legalidad. Actuaciones de funcionarios que están abiertamente al margen de las leyes. Y precisamente la actual constitución da pie para ejercer una serie de derechos que ellos nos quieren conculcar. Así ellos digan lo que digan. Desobediencia civil pues. Pero para actuar así hay que unir esfuerzos, unir criterios, estar claros en que es lo que se quiere. La MUD pienso que es un buen experimento pero tiene que dejar de ser un saco de gatos.
Se tiene, tenemos, que estar todos unidos. El objetivo está claro: salir de este régimen. Insisto que la llamada constitución bolivariana nos señala el camino. Pero hay que andarlo. Los partidos políticos y demás organizaciones democráticas deben entender que es mucho lo que está en juego. No solo el sistema democrático, que ya es bastante, es el país como tal. En la medida que pasa el tiempo este gobierno se apodera de todo y va cercenando todas las libertades y todas las salidas posibles. Ya vemos como el otrora bravo pueblo se ha venido convirtiendo en un manso pueblo, sumiso, mendigo, conforme. Da tristeza, rabia o no sé qué cosa, ver gente humilde a pleno sol haciendo muchas horas de cola y al final, cuando recibe unos mendrugos, decir “gracias a mi comandante”.
