#Opinión: Aguila o mosca Por: Angel Eric Mendoza Gutierrez

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El «comadante» olvidó por unos momentos sus insultos; se guardó las mentiras, omitió las burlas y apartó las amenazas, para confesar ante un grupo de caras largas y sonrisas forzadas que lo acompañaban en Apure, su deseo de ser libre y apartarse de todo por un tiempo no muy definido. Luego recapacitó e intentó arengar a su grupo de seguidores que contestaban con la convicción de los autómatas, sus manidas consignas de victorias tristes y patrias descorazonadas. Y terminó con la mirada perdida en la llanura y el cansancio ensombrecido en su rostro de guerrero mediático.
Tal vez no quiso hacerlo, pero dejó entrever que se sentía como un prisionero del monstruo que él mismo había contribuido a crear. No mencionó su amistad con la guerrilla, su compromiso con los países chulos, sus relaciones con los mercaderes de armas, ni  las vivencias  compartidas con los corruptos que hoy le rodean a muy corta distancia. Pero él sabe que, como en la mafia, no puede salirse, porque cualquiera de ellos preferiría sacrificarlo y convertirlo en mártir antes de quedar hundidos en acusaciones mutuas en una eventual confrontación con la justicia, que se renueva como el ave fénix cada vez que un gobernante cuestionable da el trastazo.
En aquel momento, su lenguaje corporal sustentaba la encuesta más descarnada y precisa, que trasciende a todo intento mercenario de mostrar anticipadamente un sesgo de la realidad: La derrota ya no es una mera probabilidad, sino una certeza irrevocable.
El conspicuo hijo de Sabaneta estará calculando cuánto tiempo podrá vivir en Cuba o en otras naciones donde ha invertido su inusitada fortuna. Y apartará de sus ojos el humo ancestral de la soberbia, para darse cuenta de que la diplomacia es veleidosa y el benefactor de ayer, más tarde pudiera convertirse, a los ojos de sus antiguos beneficiarios, en objeto de transacción o extradición a cambio de alguna conveniencia internacional.
Ahora el prisionero de Miraflores, que suele volar con todo y jaula, está previendo su próximo aterrizaje forzoso antes de la primera semana de Octubre. Al llegar a tierra veremos si se defiende con toda su garra, o entrega pacíficamente, o sale corriendo antes de tiempo. ¿Adónde iría el depredador cuando se convierta en presa? Todo depende de si realmente se trata de un águila que no caza moscas, de un ser humano inteligente o de una simple mosca que se cree águila.

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