Un sujeto armado y sin corazón luego de vaciar su pistola hacia una vivienda, apagó la vida de un pequeño angelito de dos años, quien estaba dormido en brazos de su madre y su tío de 28 años de edad, cristiano evangélico. El hecho sangriento ocurrió a las 10 de la noche en la calle 10 con carrera 21 del sector III del barrio Las Tinajitas, al oeste de la ciudad.
Adolfo Enrique Terán, de 28 años de edad, era el noveno de diez hermanos, el menor de dos varones, desde hace diez años perdió a su padre en un accidente de tránsito, desde allí pasó a ocuparse de su madre y estar pendiente de sus ocho hermanas, quienes indicaron que él había asumido las veces de su padre a pesar de ser uno de los menores.
El joven estaba sacando su bachillerato. Su sueño era ser abogado, residía en Valencia, se ganaba la vida como promotor de fotografía y visitaba a su familia de forma quincenal y semanal. Era padre de un niño de tres años, a quien amaba intensamente.
Terán llegó a Barquisimeto el sábado; tenía pensado regresar a su hogar el miércoles. El joven era cristiano evangélico desde hace varios años y estaba tan comprometido con su religión que hizo que varios miembros de la familia se unieran a ella.
El joven, cada vez que llegaba a Lara, se quedaba en casa de su madre Luisa Escalona, una mujer de 61 años quien contó que desde hacía tres semanas estaban quedándose en dicha morada porque la de ellos iba a ser sometida a remodelación.
Sobre los hechos
La familia que es bastante numerosa tiene la costumbre de reunirse a conversar en el porche de la casa y la noche del lunes así lo hicieron. Siete personas aproximadamente se encontraban afuera conversando, entre ellos estaba la señora Escalona y su nieta Génesis Fréitez (21) quien tenía cargado en sus brazos a su único hijo de dos años; lo estaba durmiendo. La zona es oscura, pero en medio de todo observó que en el portón estaba un sujeto agachado, pero al ver que se paró y caminó no le prestó atención.
Al cabo de un rato llegó Terán quien estaba en San Francisco visitando a una tía, además de estar arreglando su carrito, un Malibú azul que presentó fallas. El joven cristiano estaba con sus manos llenas de grasa, entró a la casa y comenzó a hablar con su madre y hermanas. Comentaba los sucesos del día.
De forma repentina ese hombre que merodeó la casa, que fue descrito como una persona de tez blanca, con su cara redonda, de bigotes, pasaba los 30 años y llevaba puesta una gorra, metió su mano por la reja y con pistola en mano comenzó a disparar en contra de los presentes.
Terán le daba la espalda a la reja y recibió cuatro disparos en la espalda que lo hicieron desplomarse en el porche; algunos de los presentes entraron a la casa. A Fréitez, quien estaba en la puerta de la casa, no le dio tiempo de nada. Dicen que el sujeto estaba con otra persona más y fue rescatado por un vehículo del cual desconocen características.
Una vez que cesó el fuego (al menos siete detonaciones las percutadas por el delincuente), la joven madre se dio cuenta que su niño no había despertado y al revisarlo le notó en su estómago un pequeño orificio. Una bala lo había atravesado y acabó con su vida en segundos.
“Me voy complacido, voy a morir con Cristo”, fueron las últimas palabras que dijo Terán a sus seres queridos. A ambos los montaron en el Malibú del joven herido y fue trasladado hasta el Seguro Social Pastor Oropeza. El pequeño ingresó sin signos vitales y el muchacho no fue atendido rápidamente, según los familiares, y falleció a los 25 minutos de haber llegado.
La señora Escalona, quien estaba en su casa sentada, con su mirada perdida relataba que el primer dolor que atravesó fue al perder a su marido y ahora a su hijo. No sabe qué pudo haber pasado porque ellos son personas de bien sin problemas. Cree que ocurrió una confusión.
Una de las hermanas comentó que habían matado a una inocente criatura y a un varón de Dios, por ello esperan que el doble crimen no quede impune.
Algunos nombres
Mientras los familiares del joven cristiano y el angelito lloraban en su morada por la irreparable pérdida, funcionarios del Eje Contra Homicidios del Cicpc estaban haciendo pesquisas en cuanto al caso. Al parecer ya salieron mencionados algunos apodos que pudieran estar involucrados con el hecho sangriento. Se habló de un sujeto apodado “El Chupao”, “El Pelón” y “El Kimba”, un peligroso criminal llamado Arnaldo Israel Amaro Rodríguez, señalado por las autoridades de ser el autor de varios homicidios.
Trascendió que los sabuesos llegaron en cuatro unidades patrulleras y cuatro motocicletas hasta el sector 1 del barrio Moyetones. Al llegar al lugar varios sujetos salieron corriendo y se perdieron entre las montañas que por allí están.
Yaritza Bento comentó que los funcionarios llegaron a su hogar en donde estaba un señor que tiene problemas de salud, dos adolescentes de 12 y 14 años y un bebé de 4 meses. “No fueron agresivos, pero al ver que unos muchachos del barrio escapaban comenzaron a disparar, sin importarles nuestra presencia, tuvimos que tirarnos al piso”, comentó Bento.
La dama explicó que le mostraron la foto de su hijo, Engelbert Pereira, quien fue detenido en el 2010 y hace unos 8 meses recobró su libertad luego de estar en Uribana. Explicó que él se fue de la casa porque los funcionarios del Cicpc, cada vez que allanaban su morada, lo buscaban. Así mismo comentó que preguntaban por su hijo Henry Pereira, a quien tiene tiempo que no ve. Sólo vive con sus dos hijas y un varón, Víctor, de quien sí da fe que es un muchacho trabajador. “Si ellos son delincuentes tienen que buscarlos en la calle, no en mi casa”, exclamó la madre.
Funcionarios del Cicpc no indicaron nada al respecto, pues no estaban autorizados para dar información, ni siquiera confirmaron si las diligencias eran por el doble homicidio.
Fotos: Simón Alberto Orellana
