2013

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2013 deja una herencia del chavomadurismo, desde el punto de vista económico y social, extremadamente comprometedora para el futuro inmediato del gobierno, difícil de superar por los compromisos con diversos sectores contradictorios que operan a lo interno de régimen o que influyen desde la periferia.
En primer término es evidente que el gobierno cubano tratará de preservar su influencia en Nicolás Maduro,  para obligarlo a profundizar los aspectos socio económicos y fundamentalmente políticos para asimilar parcialmente los contenidos radicales de la revolución cubana, como los de ser implacables con algunos detenidos políticos, acusados de delincuentes comunes o criminales, para mantenerlos tras las rejas hasta su muerte, como el caso de Iván Simonovis y un grupo de humildes  policías que pueden llegar a podrirse en la prisión. Y aunque los cubanos hayan podido amedrentar a muchos de sus adversarios, en Venezuela la oposición a instaurar un régimen comunista al estilo del de los hermanos Castro, es superior al 80% de la población, que incluye, desde luego, a millones de chavistas, civiles y militares. De allí que hasta el 2013 no hayan podido avanzar lo suficiente para cubanizar a nuestro país, lo que también indica que en el 2014, si los colectivos y grupos paramilitares estimulados por los dogmáticos del estalinismo que forman parte del alto gobierno, presionan hasta la violencia, pueden provocar un peligroso  enfrentamiento  que dificulte a la administración de Maduro, cumplir con los cubanos.
Y si este panorama se le presenta en el campo político, en el económico con una inflación de 56% y un crecimiento de apenas el 1,6%, lo que para algunos economistas ya son signos de estanflación, que al no producir los alimentos y bienes industriales, además de arruinar la economía, genera escasez, especulación y desempleo, seguirá dependiendo de la renta petrolera y del endeudamiento, que en el 2013 no fueron suficientes para evitar el déficit fiscal  superior al 12%. Y aquí no hay auxilio de la revolución cubana, que sobrevive económicamente  porque el gobierno de Chávez donaba 100.000 barriles diarios de petróleo,  y ahora el de Maduro prácticamente continúa  regalándole  más o menos los mismos 100.000 barriles diarios, y eso ya se acerca a casi una década. Y si no toma medidas universalmente impopulares, aunque con algunas compensaciones a los sectores más deprimidos, como la reducción del gasto público, la devaluación del bolívar, la conversión de las dádivas en inversiones para aumentar el empleo,  el estímulo al aparato productivo privado, la recuperación de las empresas de Guayana y la inversión en PDVSA para aumentar la producción, la economía del país se hundirá cada día más, con graves repercusiones en toda la sociedad.
Y por último, aunque para abreviar, la herencia social del chavomadurismo de 2013, es tanto o más grave que lo señalado en anteriores párrafos, porque puede conducir a un peligroso  estallido. La crisis hospitalaria que se expresa en la falta de médicos y enfermeras, seguramente por los bajos sueldos, la escasez de medicinas y la ruina de la infraestructura material de los hospitales, son un signo de indiferencia, de miseria humana de los gobernantes frente a los más pobres. La no contratación colectiva de los trabajadores de la Administración Pública, que ha generado protestas casi todos los días solicitando aumento de sueldos y salarios para compensar parcialmente la inflación del 56%, el pago de prestaciones sociales y de salarios caídos, lleva al 2014 un oscuro ambiente social. El buhonerismo que ocupa a más de 5 millones de pobres que buscan como resolver   la alimentación diaria de sus familiares  prolonga por años el sin sabor de lo que puede pasar, sin salario fijo de quince y último,  sin prestaciones sociales y sin seguro de HCM. La inseguridad que cobra la vida de más de 20.000 habitantes todos los años, de todos los sectores aunque con mayor incidencia contra los más pobres en las barriadas urbanas. La delincuencia organizada que ha saqueado y saquea el Tesoro Público, ha generado una nueva oligarquía del dinero, que compra de contado, en bolívares o en dólares, apartamentos y carros lujosos, casas quintas en urbanizaciones de los antiguos ricos venidos a menos, que generalmente las tumban y las construyen de nuevo para satisfacer el mal gusto de los nuevos ricos. La crisis penitenciaria, con el surgimiento de las mafias internas dirigidas por los llamados pranes, con quienes negocian funcionarios de altos y bajos rangos, para introducir armas y drogas, la otra grave herencia que deja consolidada el 2013, convirtiendo el tráfico de estupefacientes en otro de los negocios ilícitos más lucrativos de delincuentes comunes y oficiales.

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