Una sociedad abandonada a su suerte

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El país está siendo devastado por el delito y el ejercicio de un poder político que ha dado luz verde al imperio de la brutalidad, en el cual, cada vez más a menudo toda persona no puede desarrollar libremente su personalidad, pues el tratamiento a que se le somete tiende, por su naturaleza, a despojarlo de toda voluntad de resistencia.

Difícilmente se puede hallar en la actualidad a un venezolano que no esté atemorizado, que no sienta la necesidad de protección para llevar a cabo una vida digna. Existen vastos sectores sociales que no reconocen la hegemonía de la ley. Ni los límites morales. Hoy tenemos un país donde el Estado creció para manejar los negocios públicos y privados, pero no para cumplir su rol de garante del orden público, de proteger y dar seguridad a los ciudadanos, de referente de la educación y de responsable último de la salud y alimentación.

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Aún más, pisoteando los derechos elementales del individuo no se mejora una situación política, económica y social. Y mucho más, si en general se actúa como mejor conviene a los intereses de un socialismo que consiste en tratar a los adversarios, a los opositores -incluso a algunos que no comparten la ideología oficial- como enfermos mentales o fascistas.

El país vive en incertidumbre y con miedo. El asesinato de la joven Mónica Spear y de su esposo no es sólo un asesinato; es la descripción precisa de una sociedad abandonada a su suerte -durante década y media- donde el ciudadano se siente inseguro para caminar por la calle, para estar sin sobresalto en el hogar, para no ser asaltado al salir de un banco o al transitar con el vehículo en horas de la noche. Los venezolanos reclaman eficacia, de parte de las autoridades. La gente quiere estar resguardada por la autoridad. Hoy día, existe prevención frente a los funcionarios policiales, la guardia nacional y el ejército. Ese sentimiento nace del hecho de que en muchos casos personas que prestan servicio en los organismos policiales y en esas instituciones estén ligadas al hampa, cometen delitos y tienen antecedentes.

Hoy en día a la inseguridad personal en la calle se agrega la inseguridad judicial. El sistema jurídico venezolano, en la actualidad,no es un mecanismo de protección frente a la arbitrariedad, pues no hay un poder judicial independiente, está al servicio de una supuesta revolución y no de los ciudadanos.

No hay duda alguna de que la sociedad venezolana está hoy más politizada. Se ha agudizado la conciencia de la gente ante los problemas fundamentales. Pero al mismo tiempo se advierte una tendencia por parte del gobierno de ocultar su fracaso, derestarle importancia a la inseguridad. Maduro pidió no politizar el asesinato de Mónica Spear y su esposo. De hecho no hay nada más político que los constantes intentos de excluir cierto tipo de problemas de la política. Esta estrategia de despolitización lo que busca es evitar que se tome una postura clara ante la violencia. Lo que en realidad están pidiendo es que nos abstengamos de participar enla política. En decisiones que son muy importantes para nuestras vidas. Primero que nada se necesita voluntad y decisión política para ir a fondo. La inseguridad es un problema que afecta a todos los venezolanos.

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