Ya ni los difuntos se salvan de ser robados

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Anteriormente, no ir al cementerio a visitar a un ser querido era una cuestión del poco tiempo libre que nos queda, pereza, transporte, cualquier cosa menos la insguridad. El peligro que conlleva el simple hecho de poner un pie en el campo santo, es una actividad extrema.
La semana pasada me escribió la señora Miriam Silva Giménez, preocupada porque cuando fue a limpiar el panteón de un familiar al cementerio municipal de Barquisimeto, mejor conocido como el cementerio nuevo, se dio cuenta de la cantidad de tumbas profanadas que hay en el lugar. Solo quedan las fosas vacías, porque ni las urnas están allí.
Fue tanta la preocupación en ese momento que le preguntó a uno de los trabajadores del campo santo sobre “qué pasaba allí, que pasaba con las autoridades”. La respuesta fue simple: hay personas que llegan y abren las fosas, las vacían y tiran las urnas en la parte de atrás del cementerio, un lugar al que nadie se atreve a ir por el peligro inminente que se respira en esa zona.
Luego de que quedan expuestas, estos huecos pasan a ser vendidos a terceros, que se benefician de un terreno que fue comprado por alguien hace muchos años atrás.
Cuando los barquisimetanos van a visitar a sus familiares en el cementerio, les es complicado llegar directamente al panteón, porque aparte de la gran cantidad de tumbas que hay, la maleza y los malandros hacen de esto una tarea muy complicada, y ahora más al no saber si a su ser querido le robaron su espacio.
La profanación de tumbas no es nada nuevo en el lugar, porque anteriormente, según algunos trabajadores y antiguos vigilantes del cementerio, las personas que pertenecían a sectas o grupos de santería, solía realizar ese tipo de prácticas.
Pero en la actualidad está pasando a ser un negocio ilícito, inmoral, faltándole el respeto al descanso eterno de los difuntos, de los familiares e incluso para quienes cometen este tipo de actos.
Esto es la falta de autoridad que han tenido los diferentes alcaldes que por Iribarren han pasado, ninguno se ha preocupado por el bienestar de quienes visitan el lugar, ni mucho menos de desplegar unas unidades policiales en el sitio. Sería bueno, alcalde Alfredo Ramos, que se diera un paseo por cementerio nuevo y observe la denuncia que aquí le hice.

Foto: Juan Brito / Archivo

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