Pedro Urruchurtu, uno de los cinco dirigentes venezolanos recientemente liberados tras permanecer más de un año en asilo forzoso dentro de la Embajada Argentina en Caracas, lanzó un contundente llamado a la comunidad internacional para enfrentar con claridad hacia el gobierno de Nicolás Maduro.
Acompañado por Magallí Meda, Claudia Macero, Humberto Villalobos y Omar González, Urruchurtu formó parte de la denominada “Operación Guacamaya”, un rescate diplomático y humanitario que puso fin a su prolongado encierro en territorio venezolano.
Su testimonio, al igual que el del resto de sus compañeros, ha reavivado el debate sobre la sistemática persecución política en Venezuela y el rol de los actores internacionales en el proceso de liberación democrática del país.
“No hay línea roja que el régimen no haya cruzado”
En sus declaraciones, Urruchurtu no dejó margen a la ambigüedad “Lo primero que debe hacer la comunidad internacional es asumir, de una vez por todas, que en Venezuela ya no hay línea roja que el régimen no haya pasado. Las ha cruzado todas. Estamos frente a un sistema criminal, cada vez más expuesto y peligroso, que ha secuestrado a un país entero”, afirmó con firmeza.
Para el dirigente, la presión internacional debe concentrarse en visibilizar el carácter dictatorial y represivo del gobierno venezolano, advirtiendo que lo vivido por él y sus compañeros en la sede diplomática argentina “no es un caso aislado, sino parte de una lógica sistemática de represión y amenaza que se extiende a todo el país”.
La embajada convertida en prisión
Urruchurtu rememoró la decisión de entrar a la embajada en busca de protección diplomática y cómo esta fue convertida, bajo presión de la administración de Maduro, en una trampa.
“Nosotros no entramos buscando una cárcel. Fue el régimen quien convirtió esa embajada en una prisión, a plena vista del mundo, como un mensaje de intimidación para cualquier nación que decida proteger a los venezolanos perseguidos”, explicó.
“Lo hicieron violando reiterada y sistemáticamente el derecho internacional. Y el silencio del mundo crea un precedente gravísimo: que no hay lugar seguro frente a un régimen dispuesto a ignorar toda norma”.
Compromiso con quienes aún están en peligro
Más allá de la denuncia, Urruchurtu fue enfático al reafirmar el compromiso del grupo con la lucha por la democracia y los derechos humanos en Venezuela. “Nuestra libertad no es un regalo, es un compromiso. No es una libertad plena mientras haya inocentes secuestrados en el país. Nuestra responsabilidad es con ellos y con Venezuela entera”, declaró.
También subrayó que esta etapa no representa el final de su lucha, sino el inicio de una nueva fase de trabajo político e internacional junto al liderazgo de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. “Ahora es que tenemos trabajo por delante”, enfatizó.
Una llamada de alerta para el mundo democrático
Pedro Urruchurtu cerró su intervención haciendo eco de las denuncias previas de Magallí Meda, recordando que la situación venezolana no es solo una crisis interna, sino una amenaza directa al orden jurídico y diplomático internacional.
“El país está secuestrado, y eso debe alarmar a cualquier democracia del mundo”, advirtió.
Con esta comparecencia en Washington, los líderes del Comando de Campaña Con Venezuela no solo rompieron el silencio de un largo cautiverio, sino que también marcaron el inicio de una nueva ofensiva política internacional para visibilizar la represión y exigir justicia, en una Venezuela que, insisten, “solo es liberable”.