El interés norteamericano de seguir negociando los procesos migratorios, reducir la influencia China y tomar ventajas del mercado energético está ahí, vivito y coleando, advierte el economista y presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, a través de las redes sociales, a la luz de los últimos acontecimientos.
Las proyecciones económicas del país mejoran como resultado de los cambios recientes en el mercado petrolero. No se trata de un aumento súbito de ingresos, ya que entre los meses de abril y julio los ingresos no sufrieron una caída significativa. Esto se debió, por un lado, al desvío de exportaciones hacia Asia y, por otro, a los ahorros generados por la suspensión del pago de deuda a las petroleras internacionales, lo que ayudó a compensar el impacto de los descuentos exigidos en los mercados no convencionales.
El beneficio real proviene de la reestabilización del proceso productivo, de las mejoras esperadas en productividad y, sobre todo, del rescate de expectativas positivas dentro del entorno económico, lo cual generará efectos reales sobre inversión, consumo y planificación empresarial.
Sin embargo, esta nueva etapa no representa un regreso a la situación previa a la eliminación de licencias en abril. Las condiciones han cambiado. Se espera que los flujos de divisas hacia el mercado no provengan principalmente de Chevron como ocurría antes, sino del Banco Central de Venezuela.
Y los mecanismos de pago se inclinarán cada vez más hacia criptomonedas y starcoins, alejándose de las transferencias en dólares convencionales. Además, la adquisición de divisas por parte del sector privado estará mucho más condicionada por la política de jerarquización establecida por el gobierno, lo cual anticipa una consolidación de sectores prioritarios definidos por la política económica oficial, una estrategia orientada a promover producción nacional y una reducción significativa en las importaciones no esenciales. En resumen, el entorno económico será más favorable que durante el breve período de prohibición operativa, pero también más complejo que el que existía durante las licencias previas.
Lo que sí parece claro es que, más allá de los ruidos típicos del debate político, las puertas de la negociación se abrieron (por cierto con apoyo mayoritario de la población venezolana) y se seguirán utilizando porque el interés norteamericano de seguir negociando los procesos migratorios, reducir la influencia China y tomar ventajas del mercado energético está ahí, vivita y coleando.