Escenarios del país: El tema moral de la inflación y los bachaqueros

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De acuerdo con el profesor Rafael Ávila de la Universidad Metropolitana (2017), existen dos definiciones de inflación, una más conocida que la otra. La primera es inflación de moneda que consiste en un aumento de la cantidad de billetes o autorizaciones de gastos (expedición de tarjetas de débito o de crédito, ya sea por parte del banco central o la banca privada).

Es un aumento de la oferta de dinero y crédito en la economía. Este es el verdadero origen del problema inflacionario. El aumento del dinero en la economía es una decisión del gobierno bajo la mirada cómplice del BCV para financiar el gasto público.

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La segunda definición es la inflación de precios, que consiste en el aumento general de los precios de los bienes y servicios, bien sea porque aumentan los salarios, el costo de las materias primas, o porque unos bandidos, llamados bachaqueros, elevan los precios arbitrariamente.

Esta es la versión popular que goza de mayor aceptación. Y la más manipulada ideológicamente, basada  en la ignorancia colectiva de fenómenos complejos. Hay aquí una semejanza con el hecho que durante muchos siglos se supuso que el sol giraba alrededor de la tierra, porque la gente –todos los días invariablemente- lo ve salir por occidente y ponerse por el oriente. El sentido común sugiere la circunvalación del sol, pero la realidad científica es otra.

El ciudadano de a pie lo que ve es al vendedor, al último eslabón de una cadena, a él se enfrenta cotidianamente. En su visión elemental –reforzada propagandísticamente- éste es quien aumenta los precios, el malo de la película, su avaricia lo saca de los cánones de la justicia. Este modo ingenuo e interesado de concebir el tema es aprovechado por la manipulación ideológica para eximir de responsabilidad al gobierno.

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En esta versión, la inflación no tiene causas sino culpables: empresarios, comerciantes, especuladores, revendedores de productos (bachaqueros), remarcadores de precios.Y de aquí se salta a la siguiente proposición, si existe mano dura y se reprime a los oferentes se acaba el problema.

El argumento se desliza hasta el terreno moral: “La causa clave del bachaqueo y la especulación está fundamentada en la práctica de valores que emergen de una sociedad rentista”, “se perdieron los valores”, “lo que impera es la viveza criolla”, “aquí cada quien hace lo que le da la gana, lo que hace falta es gobierno”, con lo cual se insinúa que hacen falta más controles a los vendedores, responsables de los incrementos de precios.

Un contrargumento desbarata todas estas falsificaciones y habladurías: la gente se colea, irrespeta el orden de la cola, no por falta de principios morales, sino por falta de productos;  los últimos se quedan sin nada, si no está entre los primeros pierde el tiempo sin aprovechar la rebaja.

La propaganda oficial excluye la primera noción. Según esta narrativa el gobierno no es responsable ni causante de la inflación. Pero, si se revisa con meticulosidad, la segunda es reflejo de la primera, mas no es su causa.

Más importante aún es que puede demostrarse el gobierno necesita de la inflación para adelantar las campañas de hostigamiento y persecución contra el sector privado de la economía. Sin inflación no hay cabida para la implantación de controles de precios, ni acusaciones, ni delitos ni sanciones. Ni bachaqueros ni contrabandistas. Ni motivos para la expropiación de empresas.

En Constitución está clara la responsabilidad del Ejecutivo, tal como esgrime el pensamiento económico contemporáneo: “Las competencias monetarias del Poder Nacional serán ejercidas de manera exclusiva y obligatoria por el Banco Central de Venezuela. El objeto fundamental del Banco Central de Venezuela es lograr la estabilidad de precios –léase control de la inflación- y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria”.

¿Y los bachaqueros?

Los productos regulados o con precio supervisado (cada vez menos) son bienes vendidos por debajo de su costo de producción fabricados por empresas públicas que generan pérdidas o adquiridos en el extranjero con dólar preferencial (Bs 10 por dólar).

Como su provisión es insuficiente, hay que complementar la oferta con producción nacional privada, que paga impuestos y usa dólar paralelo, haciendo que el precio sea mucho mayor.  Contraste que es aprovechado para la confrontación y el contraste: el gobierno se exhibe como el que vende barato y acusa a la empresa privada de vender especulativamente.

Aquí es donde aparece la figura del bachaquero. Agarra productos regulados (que pueden ser bienes, dólares, bolívares en efectivo, licencias, cupos, bolsas de comida, en fin, todo lo que sea o esté escaso) y los revende, quedándose para sí la diferencia, como si él fuese un productor nacional (inmediatamente acusado de opositor que hace la guerra económica).

Entra en escena porque los mismos productos tienen dos precios, empezando por el dólar. Ambos determinados por las autoridades. Se sobreentiende que, con precios unificados, estos agentes distorsionadores desaparecen del mapa. La especulación es consecuencia de la inflación y de los controles.

Hay razones para sospechar que existe un interés en preservarlos, partiendo de la premisa que para ser bachaquero hay que tener acceso a los productos regulados, tema que se reserva para posterior ocasión.

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