El barrio José Félix Ribas es uno de los menos atendidos en materia de vialidad. Está en el suroeste de Barquisimeto y, desde su fundación, hace más de 20 años, son escasos los avances que perciben los habitantes en pro de una mejor vida vecinal.
Los residentes se quejan de la falta de cooperación de las autoridades, en especial, de la Alcaldía de Iribarren, por cuanto le compete el arreglo de las vías. Ni siquiera en campañas electorales, reciben consideraciones o promesas.
“Nos tienen muy abandonados, si bien nuestra comunidad conecta con la avenida Ribereña, una vía expresa muy importante. El plan Asfalto Parejo no llegó al barrio, de hecho, los huecos son cada vez mayores, afectando calles principales y transversales”.
Así lo declaró la vecina Beatriz Martínez, quien además lamentó las constantes reparaciones hechas por los taxistas a las unidades donde movilizan a los pasajeros de la comunidad y sectores vecinos. “Mi esposo es transportista y, cada dos meses, tiene que mandar a reparar el tren delantero”, sostuvo.
Sin aseo urbano
Por otro lado, los habitantes del popular sector perteneciente a la parroquia Juan de Villegas, se quejan de la falta de recolección del aseo urbano. Lisbeth Oropeza, conurbana, explicó que los compactadores de basura apenas pasan una vez a la semana y es in suficiente para la gran cantidad de desperdicios que acumulan en la zona.
Sólo pasan por la avenida principal, dijo, y si transitan por el resto de las calles, entonces piden dinero a cambio de llevarse los recipientes con desechos. “Nosotros pagamos por el servicio; es más costoso el aseo urbano que la energía eléctrica. Es un abuso que cobren los aguinaldos, cuando es deber recoger la basura de la comunidad”.
La insalubridad se instala en los domicilios y demás espacios comunitarios donde reposan los montones de basura. Olores desagradables, moscas y roedores, son otras de las consecuencias que deja la falta de coordinación por parte del Instituto Municipal del Aseo Urbano (Iamubar).
De hecho, algunos vecinos optan por quemar los desperdicios ante el desespero de la fetidez constante.
Fotos: Jairo Nieto