#opinión: La enfermedad del cují por: Victor Hugo Pérez Sanchez

El cují lucía esbelto y rozagante y comenzó a desfallecer paulatinamente. Perdió parte de su follaje; menguó su sombra fresca y las raíces comenzaron a verse sobre el suelo. El dueño y cuidador lo tenía como compañero inseparable de silbos, imprecaciones y sancochos sabatinos. Preocupado llamó a un experto agrónomo, para que analizara la situación del árbol amigo.
Con un taladro buscaron en el subsuelo para cerciorarse de la presencia de una roca que perturbase el proceso vital de la planta.
Estudios y análisis del suelo le fueron practicados con esmero profesional y se aplicó el mejor tratamiento que la botánica aconseja para estos casos, pero desafortunadamente lo ensayado en el árbol enfermo, no dio resultados positivos.
Muchos meses después, ya muerto el árbol, fue consultado un anciano; famoso “faculto” rezador de maleficios en Altagracia, una aldea en predios caroreños, conocida por sus músicos y viñedos.
Este sentenció: «Lo único que puede matar un cují, irremediablemente, son los cuentos fantásticos y las mentiras dichas bajo sus frondas».
El dueño de inmediato asoció la muerte rápida y extraña de su rozagante cují, a dos circunstancias.
La primera asociada con dos vecinos muy alabanciosos, que tenían largas conversaciones cerca del árbol; la mayoría de ellas relativas a sus respectivas fortunas.
La segunda a un radio en el que él cuidador oía las cadenas presidenciales.
¡En Venezuela se están muriendo los cujizales a orillas de las carreteras, por donde pasan las caravanas de buses del gobierno chavista con sus altoparlantes a todo volumen!