ESPÍRITU UNITARIO

Gracias al trabajo de su instrumento, la Mesa de la Unidad Democrática, la Unidad de quienes en Venezuela promueven un cambio pacífico, democrático, constitucional y electoral tiene una fuerza cuyo poder debe ser tenido en cuenta por los partidos que han contribuido a crearla y por los liderazgos que en su seno y gracias a ella han tenido oportunidad de desarrollar su potencial. Hablo del espíritu unitario que en las bases de esos partidos y en los densos sectores independientes que nos han acompañado, se ha ido formando y arraigando.
Podríamos decir que espíritu unitario es ese compromiso que sin reñir con la lealtad a la militancia o la visión personal, siente que en la Unidad reside el secreto de su esperanza. Ese sentimiento, porque es esencialmente eso, tiene su raíz en la experiencia. Esa venezolana y ese venezolano han visto, han comprobado experimentalmente, que la Unidad sí se puede y que con la Unidad si se puede.
¿Por qué la tarjeta de la Unidad, casi sin propaganda, fue la más votada entre las opciones para sufragar por Capriles en 2012? ¿Cómo logró en 2013 ser el símbolo más votado hasta ahora en la historia de Venezuela? ¿Por qué son más nutridas y exitosas las convocatorias cuando las hace o apoya la Unidad? Nada tiene que ver con antipartidismo o con mucha o poca simpatía hacia tal o cual figura. Es que la Unidad es percibida como patrimonio común, como activo construido entre todos. Por eso genera cariño, adhesión, identificación. En suma, espíritu unitario.
Lo pude constatar en El Vigia, Ejido y Mérida al día siguiente de que pasé de secretario ejecutivo a militante de la Unidad. Y espontáneamente en Chacao, como el mismo 30 en El Hatillo. Y no lo atribuyamos a la emotividad de la circunstancia. Porque ya lo había visto y sentido en El Sombrero, Chaguaramas y Valle de la Pascua en Guárico, en San Sebastián de los Reyes y El Limón en Aragua. En Chichirivichi, San Juan de los Cayos y Jacura en Falcón, como lo he podido apreciar aquí en Lara, tanto en Barquisimeto, como en Cabudare y Quibor.
Ese espíritu unitario no es algo artificial, sino muy natural. Es la consecuencia de la acción de líderes y partidos, pero es el fruto de un sentimiento en nuestra gente. Por eso a la Unidad hay que cuidarla y renovarla. Nunca descansar en su construcción. Con nuevas ideas, con alientos renovados, con desprendimiento y vocación de servicio. Para que sepan los venezolanos que no es solo un sueño que todos podamos vivir y progresar en paz.