Tal vez no sepa muchas cosas. No basta la vida entera para aprenderlas todas. Apenas he visto y he leído todo lo de la escuela de la vida y conocimientos adquiridos, aprecio y agradezco a mis sabios maestros de juventud. He escuchado los mensajes de natura, la belleza del paisaje, sé del llanto que pierde la fe, sé que los aviones vuelan más alto que los pronósticos, que en el cementerio son iguales los esqueletos, que estamos llenos de congojas, que pese a los verdugos confiamos en que todo cambiará, el terror es una peste, pero el cuervo es una hoguera negra que se apaga.
Tal vez no sepa muchas cosas, pero puedo verlas y sentirlas. Hoy algo se ha detenido dentro de mí: ciertos días, ciertas horas del pasado dentro del cual aprendí a medir cada pérdida, cada soledad, cada hora de ausencia, cada día lejos, como también aprendí a pesar y padecer la emigración de los hijos que tuvieron que buscar futuro lejos de la patria. Bienvenidos sean los alentadores del ánimo que nos hablan de esperanzas, pero no de desengaños…
Tal vez no sepa muchas cosas, pero sí puedo asegurar que me he deleitado en paisajes increíblemente bellos, como también me he entristecido en aquellos por donde no pasa ni siquiera una línea horizontal. Al pasar de los años cambian los amores, cambian los conceptos, aprendemos a ser nosotros mismos y a pensar cada paso, cada palabra, cada alegría, cada momento, cada tristeza. Lo que no cambia nunca es esa fe en la que Dios nos muestra cómo en la oscurana revientan hermosas semillas de sol…
Tal vez no sepa muchas cosas, la mente no crea lo que percibe, así como los ojos no hacen bella la flor. Creamos lo que se nos venga a la imaginación. La fuerza creadora como si fuera un músico repite incansablemente un mismo aire, ya en tono alto, en tono bajo, en forma de solo o de coro, haciéndolo sonar tantas veces hasta que llena la tierra y el mismo cielo con su canto… Hago un alto para seguir con mi bagaje de cosas, mientras saboreo mi café recién servido, me lo serví yo. Crecí para los sueños y aquí sigo pensando como si fuera un carpintero cuyas virutas vuelan como sueños por el aire y también construyendo la emoción de seguir aquí haciendo camino con tantos años sobre la espalda…
Tal vez no sepa muchas cosas pero sí sé que la lucha no da tregua. Hoy quiero regalarme este día con todo lo que traiga sobre su lomo:
La criminal guerra y los odios que la alimentan, el mundo que camina entre sombras, da vueltas hacia sendas más seguras. Un horizonte sigue a otro horizonte, una época a otra época, una estación a otra estación, todo parece la loca dispersión de una colmena. La agonía que viven los pueblos que no quieren el odio ni la guerra, está encerrada en un vértigo de infierno y de muerte que solo encuentra la tranquilidad en el camino que lleva hacia Dios.
Tal vez sea este el Credo o artículo de fe que yo proclamo… Por mi parte sigo siendo el Dante que sigue uncido a su estrella.
Amanda Niño P.