Hay muchas iglesias fundadas por hombres. Pero la Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Dios mismo, pues viene de Jesucristo hasta nuestros días: viene directamente desde San Pedro, como el primer Papa, hasta el Papa León XIV, nuestro Papa actual.
San Pedro fue el primero en decir quién era Jesucristo, y en ese mismo momento Jesús le anuncia que ya no se llamará Simón, sino “Pedro” (roca-piedra) y que sobre él edificaría su Iglesia. (cfr. Mt. 16, 13-19)
La Iglesia fue fundada por las palabras y las obras de Jesucristo (#778). El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la llegada del Reino de Dios, el cual había sido prometido desde hacía siglos en la Sagrada Escritura (#763). El germen y el comienzo de la Iglesia fue “el pequeño rebaño” que Jesucristo reunió en torno suyo y del cual El mismo es su Pastor (#764).
Jesús también dotó a su Rebaño de una estructura, que permanecerá hasta el Fin de los Tiempos. Esa estructura consiste en la elección de los Apóstoles, con Pedro a la cabeza. Así, con sus actuaciones en la tierra, Cristo fue preparando y edificando su Iglesia. (#765)
Cristo mismo es quien guía, construye y santifica Su Iglesia a través del Espíritu Santo. Y a partir de Su venida la difusión de la Buena Noticia de Jesucristo comenzó a difundirse entre todos los pueblos: entre los judíos y los no-judíos.
La autoridad de la Iglesia es de Pedro, pero su fundamento es Cristo. La cabeza visible es Pedro y la Cabeza Invisible es Jesucristo. .
La Iglesia no está libre de dificultades. En historia antigua y presente la Iglesia ha estado sometida a muchas pruebas y ataques. Así ha sido y seguirá siendo. La Iglesia no es perfecta aún, pues se mezcla su realidad divina con su realidad humana pecadora. La Iglesia sólo será perfecta cuando Cristo vuelva a establecer los Cielos nuevos y la tierra nueva: la Jerusalén Celestial; es decir, la morada de Dios en medio de los hombres.
La Iglesia que Dios fundó continúa, y continuará… hasta que Cristo vuelva glorioso a establecer su Reinado definitivo para siempre.
Isabel Vidal de Tenreiro