Estoy aquí como siempre sobre el mismo terreno, arando con los únicos bueyes que tengo…
Hoy decidí pasear por esos caminos curtidos de palabras que llevan a pensar mucho, a recordar y a competir, aportando las propias ideas y estilo personal al escribir. A mí me gusta la vida en libertad, me gusta el cambio, a veces me gusta inventar una historia mediocre en una casa cerrada donde la tristeza sea larga, larga, larga como una pesadilla sin fin, me gusta ver las caras embozadas de lejanías, esas que cruzan por el parque y por todas partes, me gusta el susurro errante que cierra la travesía del hombre que se cansa de esperar lo que no llegó a su sueño.
Solo viendo hacia atrás puedo asegurar que aprendí a conquistar frescas regiones, a elaborar borrascosos renglones igual que dulces bordes floridos. Me gusta ver al hombre que sabe amar con el brillo de todos sus atractivos desbordados, me gusta ver aquel que vive la felicidad para nacer en todas las orillas de la vida, con todos sus secretos bien guardados inspirados en los combates de cada día contra esas amenazas que se duermen a la intemperie de una oscura y silenciosa noche sin luna, sin estrellas ni luceros.
¿Sabía usted que las dimensiones del cosmos son tan grandes que no se pueden medir en kilómetros ni en metros, sino con la velocidad de la luz? Vea pues usted señor lector, en un segundo un rayo de luz recorre casi 300.000 kilómetros, o sea, que da diez veces la vuelta a la tierra. El sol está de la Tierra a 8 minutos luz de distancia. La luz no mide tiempo ni distancias comunes, solo distancias enormes en años luz.
¿Sabía usted que Eratóstenes vivió más allá de 200 años antes de Cristo? Le llamaban Beta. Fue Alfa en casi todo: astrónomo, historiador, geógrafo, filósofo, poeta, crítico teatral y matemático. Fue director de la gran biblioteca de Alejandría. Eratóstenes descubrió que 800 kilómetros multiplicados por 50 da 40.000 kilómetros que es la circunferencia de la tierra. ¿Cuáles herramientas utilizó para tal descubrimiento? Asómbrese, sus únicas herramientas fueron palos, ojos, pies y cerebro…
Hay momentos en los que quisiera mutar las horas grises del tiempo lluvioso, momento en el que en medio del silencio que cubre las ramas de los árboles, de las corolas inclinadas por el agua, de los juncos que no pudo la tormenta quebrar y de los líquenes que nada dicen, aunque todo saben. Sabemos que el río corre y es como nosotros o como todo aquello que tarde que temprano tendrá que terminar incinerado o hundido en la tierra.
Somos aves de paso, transeúntes en un mundo que no es nuestro. Repasando “Cien años de soledad” entiendo que la borrachera por el poder y la política fue lo que cambió la vida íntegra de Macondo. Allí hundieron sus pies en el fango político los más codiciosos y malvados. Aureliano Buendía también hundió sus pies en el fango político y se empantanó hasta el alma, pero como a todo le llega su final, a estos tiranos también les llegará un día el momento de su caída.
Seguiré aquí con los únicos bueyes que tengo amontonando historias, vivencias, experiencias, libros, leyendas, papeles, hojas, escritos, más escritos y palabras, muchas palabras…
Amanda Niño P.