Un reciente estudio ha puesto sobre la mesa una preocupante conexión intergeneracional: la exposición de un padre al humo de tabaco durante su infancia, incluso antes de la pubertad, podría comprometer la salud pulmonar de sus hijos a largo plazo.
La investigación, publicada en la revista Thorax, sugiere que el daño causado por el tabaquismo pasivo no solo afecta a quien lo respira, sino que puede manifestarse en la siguiente generación, aumentando el riesgo de enfermedades como la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
Hasta ahora, se sabía que el tabaquismo pasivo en la infancia del padre podría estar relacionado con el asma en sus hijos. Sin embargo, este nuevo hallazgo apunta a un deterioro de la función pulmonar que puede perdurar hasta la mediana edad, un dato «novedoso» según los autores del estudio.
Daño hereditario y una edad crítica
La investigación, liderada por la Universidad de Melbourne, se centró en un aspecto clave: el período prepuberal. Los científicos señalan que durante esta etapa, la exposición a sustancias nocivas puede alterar la expresión genética y afectar los mecanismos de reparación del cuerpo, un daño que, según explican, podría volverse hereditario.
Los resultados se basan en el seguimiento de más de 8,000 niños y sus padres, participantes en el Estudio Longitudinal de Salud de Tasmania (TAHS). Los investigadores analizaron datos de 890 parejas de padres e hijos, recopilando información sobre la exposición de los padres al humo pasivo antes de la pubertad y la función pulmonar de sus hijos hasta los 53 años.
Los datos revelaron que el 69% de los padres y el 56.5% de sus hijos habían estado expuestos al humo de segunda mano en su infancia. El análisis final mostró una clara asociación entre la exposición paterna y un deterioro en las mediciones de la función pulmonar de los hijos, conocidas como FEV1 (Volumen respiratorio en un segundo) y FVC (capacidad vital forzada).
Un problema de salud pública con una solución
Aunque el estudio es observacional y no establece una relación de causa-efecto definitiva, los hallazgos son importantes desde una perspectiva de salud pública. La exposición al humo pasivo afecta a un 63% de los adolescentes, una cifra dramáticamente superior al 7% que fuma activamente.
A pesar de la aparente irreversibilidad de este daño generacional, los investigadores ofrecen un mensaje de esperanza. «Fumar puede afectar negativamente a la función pulmonar no solo en los fumadores, sino también en sus hijos y nietos», señalan. No obstante, enfatizan que los padres que fueron expuestos al humo en su infancia «aún pueden reducir el riesgo para las generaciones futuras evitando fumar cerca de sus hijos».
En conclusión, este estudio subraya la necesidad de concienciar sobre los peligros del tabaquismo pasivo, no solo para quienes lo respiran directamente, sino por sus potenciales consecuencias para las generaciones futuras. La batalla contra el tabaquismo, según estos hallazgos, es una lucha por el bienestar de nuestros hijos y sus pulmones.