Por la puerta del sol Tanto va el cántaro al agua… (III)

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Si la Edad Media estuvo revestida de violencia, injusticias, abusos, invasiones y corruptelas, hoy no es diferente la situación. Nos vanagloriamos de los increíbles avances de la tecnología y de la ciencia, pero no hemos podido aprender a humanizarnos, a vivir como hermanos ni a vivir en paz. Mientras el ser humano base su felicidad en la codicia económica, en el poder absoluto, en el desmedido amor a su ego, en creerse el dueño de la verdad y del derecho de hacer a otros lo que no le gustaría le hicieran a él, mientras se crea que es amo, dios, azote y juez, no saldrá nunca del hueco de sus egoísmos, de la miseria de su alma, ni podrá vivir feliz ni en paz; por eso siempre habrá guerras, injusticias, violencia, protestas, rebeliones, asonadas y sangre corriendo por los caminos del mundo. Stalin el gran verdugo, cuyo poder absoluto todo se lo permitía, se creía el más grande, pero era en realidad un gran acomplejado por sus defectos físicos y su corazón lleno de resentimientos, tiene en su macabro haber 800.000 muertos, Gadafi amante de las drogas, de los vicios, manías y del alcohol dejó tras de sí miles de muertos, la impresionante represión del despiadado dictador Idi Amín Dadá solo en tres años acabó con la vida de 150.000 personas. Estos son parte apenas de los monstruos que matan, oprimen, desprecian y hambrean los pueblos, macabras huellas que van siguiendo al pie de la letra los nuevos tiranos, quienes incapaces de dar solución a los problemas de sus pueblos prefieren acallar su voz de protesta, inconformidad y rebelión con el uso de la fuerza que da el poder y las armas.
En la Edad Media la causa de la miseria pública estaba en el excesivo lujo, en el despilfarro de las riquezas del pueblo y en el gran número de nobles y monarcas ociosos y aprovechados, hoy son los políticos quienes se alimentan y se lucran de las riquezas del Estado, del sudor y trabajo ajenos. Se transportan entre muchedumbres de escoltas a quienes convierten en zánganos, incapaces de ganarse la vida dignamente con el esfuerzo.
No solo con la aparición del capitalismo industrial se cometieron grandes abusos, también con las llamadas “revoluciones” se hacen más ricos los nuevos oligarcas, saquean las riquezas del país, pisotean los derechos y libertades de los otros, invaden sus tierras productivas, secan la función del campo, destruyen el aparato productivo fuente del trabajo. Los señores del poder son los culpables de que en las ciudades cunda el hambre, la delincuencia y aumente día a día el gran cordón de miseria.
El deseo de volver a recuperar sus posiciones con los proyectos de reconquista política y religiosa, las alianzas inconvenientes y un sinnúmero de errores, fueron cargando el ambiente europeo de conflictos internos que desencadenaron en las guerras sangrientas que le hicieron tanto daño.
De las mismas filas de los tiranos que prometieron milagros y toda clase de privilegios que proclamaban ayer y proclaman hoy ser los verdaderos igualadores, amantes de los más pobres, aseguradores de la libertad, garantes del progreso… son causantes directos de las grandes crisis, las grandes hambrunas, el terror, el dolor, la inseguridad personal y jurídica, del deterioro de la vida; igual del odio que brota del corazón del pueblo que los detesta, quiere fuera y rechaza hastiado y avergonzado.
“Andaríamos mejor si no fuera porque hemos construido demasiados muros, no suficientes puentes” (D. Pire)
Continúa…

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