Ningún país del mundo, por más recursos que posea, puede soportar por tiempo indefinido un gobierno inepto, despilfarrador y embustero.
La nación venezolana se está enfrentando hoy mismo, a una encrucijada definitiva para su futuro, para su desarrollo integral como país moderno cuyo crecimiento y producto vaya realmente en función y beneficio de sus ciudadanos, de todos sus ciudadanos.
Desgraciadamente en el actual estado venezolano las cosas se parecen más a lo negativo y lo malo que a lo positivo y lo bueno. Ya que cuando revisamos objetivamente lo actuado en los últimos 13 años, nos damos cuenta rápidamente que con el caudal de divisas que ha entrado a la hacienda pública en esta larga y contradictoria temporada, con el enorme poder concentrado en el ejecutivo criollo, con los recursos humanos y materiales con que contamos a lo largo y ancho de toda nuestra geografía y con una gerencia nacional medianamente apta para gobernar en democracia y equilibrio, la realidad venezolana de verdad verdad, debería ser otra.
Sin embargo y atónitos, tenemos que darnos cuenta de que la república se ha estancado de una manera dramática y peligrosa. Que las instituciones han perdido su independencia, su credibilidad y su significancia en la vida de nuestra sociedad pujante. Que los resortes morales se aflojaron por el peso de la corrupción galopante y que sus regiones se ahogan bajo la presión indebida de un gobierno arbitrario y jaquetón que no respeta la ley ni el derecho, que abusa sin escrúpulos y que amenaza al que reclama (aún teniendo la razón) por este aberrado estado y situación.
A los miembros de las nuevas generaciones de la patria nos duele y nos preocupa que la empresa privada y sus emprendedores hayan sido proscritos sin contemplaciones y perseguidos sin descanso por un grupo de oportunistas enquistados en el poder público y que ahora conforman una nueva oligarquía (la llamada boliburguesía).
Sí, ciertamente el país anda mal, pero también tiene una salida, una solución eficaz, un camino. Y los venezolanos, sobretodo los electores habilitados para votar el ya próximo 7.O, tendremos la oportunidad única y de oro (si ciertamente queremos un cambio profundo) de tomar una decisión electoral oportuna y demostrar que los ciudadanos electores de hoy no estamos dispuestos a resignarnos ante la perversión sin frenos, el robo descarado de los dineros del puebloy mucho menos ante la tiranía y el despotismo.
Y este cambio deberá traer un nuevo gobierno, de corte efectivamente democrático, desarrollista y con mucho equilibrio, que eche el país a andar de nuevo hacia adelante, por un camino ancho, luminoso y donde quepamos sin división algunatodos los venezolanos.
#Opinión: Cambio ahora Por: José G. Paoli R.
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