La felicidad plena es una utopía, muchos la quieren comprar con el dinero que poseen y esto es una falacia, ya que el objeto del vivir es el amor que proviene de Dios Misericordioso, él habita en nuestro ser.
Lo que vemos en nuestro derredor, es una muestra de la lección que nos da la vida y lo materializamos y le ponemos el color que nos da el cristal. En las vicisitudes del peregrinar diario acatamos lo emocional y si buscamos la excelencia la prorrogamos en actitud abierta.
Cuando languidecen nuestros pesares
Y retroalimentamos lo de ayer
Aun siendo abrupto recapacitamos
Seguimos abriendo brechas
A nuestro horizonte fogoso
Y solemos preguntarnos al sollozar
¿Cómo es nuestro aliento? Nuestro embeleso
Acaso la felicidad utópica
Si no nos conformamos en la augusta tierra
Que habitamos y regresamos otra ves al polvo.
#Opinión: La analogía Por: Teobaldo C. Morales M.
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