#Opinión: Algo malo está pasando por: Jorge Ramirez Fernandez

Hay quienes tienen una mágica capacidad para convertir una derrota en una clamorosa victoria a futuro. Lo hizo Luis Herrera Campíns luego de la aplastante derrota que sufrió su partido Copei en 1973, se declaró el «peregrino del retorno» o algo así (La memoria me traiciona), y en la elección siguiente logró, como candidato de ese partido, la mayor votación que hubiera alcanzando Copei hasta entonces.
Otro tanto hizo Jaime Lusinchi en 1978, tan pronto quedó claro que AD había perdido las elecciones ese año asumió el liderazgo partidista, hizo la oposición que debía hacerse y el resultado fue contundente. En 1983 fue elegido Presidente de la República con una votación arrolladora.
Ni Herrera ni Lusinchi eran unos mozalbetes cuando decidieron asumir la conducción de sus derrotados partidos. Eran, eso si, conocedores de la idiosincrasia del pueblo y nadie podía tildarlos de cobardones y mucho menos de guabinosos. llamaban a las cosas por su nombre, cada uno en su estilo. Ambos poseían una vasta cultura general. Luis Herrera era un intelectual cultivado. Lusinchi era mucho más modesto y sin embargo daba unas sorpresas enormes a quienes pretendían menospreciarlo. Basta recordar el famoso debate donde humilló y ridiculizó al eminentísimo Dr. Caldera.
Hoy, por desgracia, las circunstancias son distintas. Se pretende enfrentar al totalitarismo y las prácticas dictatoriales con invocaciones a la Virgen y a todos los santos. Henrique Capriles hizo una excelente campaña electoral, con fallas organizacionales y de estrategia, pero excelente en cuanto a movilización. Luego del 7-Oct ha quedado claro que era el candidato mas conveniente para que Hugo Chávez alcanzara su objetivo de hundir definitivamente a Venezuela en una autocracia por tiempo indefinido, arropada engañosamente bajo el manto del comunismo, llamado eufemísticamente «Estado comunal», que sólo busca someter mediante la pobreza mediante la pobreza a los ciudadanos, que serán cada vez más dependientes ya no del Estado, figura que ha desaparecido para ser substituída por el propio Chávez en persona.
Con su actitud conformista, entreguista, colaboracionista y de «tonto útil» Capriles ha sumido a su electorado en un estado de desmotivación que si no es corregido inmediatamente, provocará una abstención gigantesca dentro de la oposición que facilitará el proyecto de Chávez. Si sigue la hipertolerancia con el CNE y con el abusivo y descarado ventajismo gubernamental no quiero imaginar los resultados.
Desgraciadamente parece que nadie se atreve a levantar la antorcha del coraje y embraguetarse a liderar la oposición que Venezuela necesita. ¡Algo malo está pasando!