Debilitado por problemas de salud y abrumado por algunos escándalos familiares, la sombra de una eventual abdicación planea sobre el Rey Juan Carlos I de España, muy popular unos años atrás, aunque los analistas descartan este extremo a corto plazo.
«Estoy en plena forma, con energía y, sobre todo, con ilusión para seguir», aseguró Don Juan Carlos I a principios de febrero en una entrevista televisiva con motivo de su 75 aniversario.
El mensaje parecía destinado a silenciar los rumores sobre una posible abdicación, originados por un cúmulo de episodios relacionados con su estado de salud, algunos escándalos personales o la investigación sobre supuesta corrupción que pesa sobre su yerno, Iñaki Urdangarin.
Unos hechos con consecuencias nocivas dentro de un país hundido en una profunda crisis económica que ha acentuado la desconfianza ciudadana hacia las instituciones. Además, las generaciones jóvenes ignoran o son poco sensibles al papel que jugó la monarquía durante la transición democrática.
Pero parece que el mensaje no cuajó: a principios de marzo, casi seis de cada diez personas (56,9%) se mostraron en una encuesta partidarios de que Juan Carlos I abdique en favor de su hijo, el príncipe heredero, Don Felipe de Borbón, de 45 años.
Treinta y siete años después de su coronación, que se produjo dos días después de la muerte del dictador Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, el apoyo a la monarquía había caído a principios de año «a un mínimo histórico del 54%».
«Le ha venido en un momento de desánimo psicológico. Empezaron los achaques (de salud) y luego las críticas», reconoció Abel Hernández, autor de varios libros sobre el monarca.
A principios de marzo, el Rey fue operado de una hernia discal y requerirá «de dos a seis meses para una recuperación completa». En otro frente abierto, en febrero, su yerno Iñaki Urdangarin declaró por segunda vez ante un juez de las islas Baleares.
A pesar de ello, Hernández esgrimió que Juan Carlos I «está otra vez con ganas de pelea».
«No hay otra intención por parte del Rey sino la de recuperarse lo más pronto posible y de seguir actuando con todas sus fuerzas», afirmó el escritor.
Un verdadero «patriota» para Hernández, el monarca no contempla, según los analistas, la posibilidad de dejar el trono en plena tormenta económica y con la creciente ola de desconfianza hacia las instituciones, agudizada por los constantes escándalos de corrupción.
«En estas circunstancias no es lo más conveniente aventurarse en una abdicación y una renovación de la jefatura del Estado, sino que es más conveniente esperar tiempos mejores», señaló Antonio Torres del Moral, profesor de derecho constitucional en la Universidad de Educación a Distancia (Uned).
Pese a su actual desgaste, muchos analistas coinciden en que el soberano aun puede servir al país.
Bien conocido por los dirigentes latinoamericanos, gran amigo del rey de Marruecos Mohammed VI y con buenas relaciones con las monarquías del golfo Pérsico, Juan Carlos I «es el español y el europeo con la agenda de contactos más importante en el mundo», afirmó Fermín J. Urbiola, periodista y autor de varios libros sobre el rey.
Juan Carlos I «es muy bueno en su trabajo de mediación», señaló Hernández.
«El rey ha sufrido una decadencia al menos en su figura familiar», reconoció Torres del Moral. «En cambio, su figura como jefe de Estado, sigue siendo alta en todo el mundo», apuntó.
Según Eduardo Virgala, profesor de derecho constitucional en la universidad del País Vasco, el rey debería esperar a que termine el proceso judicial contra Urdangarin antes de abdicar, «lo que le permitiría dejar una situación limpia a su heredero».
Tras mucho tiempo eclipsado por la figura carismática y bonachona de su padre, Don Felipe, casado con la princesa Letizia, consolida día a día su presencia en los actos oficiales.
«Se está produciendo un cierto equilibrio entre los dos», dice Torres.
Según un sondeo de TNS Demoscopia publicado a principios de mes, un 85,9% de los españoles piensan que el príncipe está «muy bien preparado» o «bastante bien preparado» para asumir el trono.
Aunque improbable a corto plazo, una eventual abdicación de Juan Carlos I no supondría «ningún problema», según Hernández. Felipe «es un hombre más preparado, que da garantías de sobra, y el rey lo sabe».
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