Miserias ideológicas económicas

Una de las formidables ocurrencias de Carlos Marx fue la de tratar de impulsar el hombre nuevo necesario con Ciencias y Materialismo, en sus dos partes esenciales.
Como historia también como proceso dialectico donde la ciencia auxilia y se da la mano con el devenir inexorable  de lo cultural-científico. La revolución solo es atea porque es así como puede liberar  al hombre de sus fantasías y engaños  albergados en su mente  por siglos bajo la condición de creer que el mercado es obra de la mano poderosa de Dios y sus agentes oficiales  en la tierra. ¿Quién construía esta visión dependiente? ¿Quién se beneficiaba con esto? Quizás el brujo, chaman o Ccacique en sus orígenes, pero luego El Capital se hizo voluntad de Dios y hasta aquí con subterfugios ir contra el poderoso fue pecado.
El Estado entonces también se alienta a lo mágico religioso justificativo de la explotación en todas sus formas y el hombre elabora los procedimientos legales para entonces en una justicia divina terrenal juzgar cualquier desviación contra los dictadores de turno. Craso Criminal dudar de la existencia del hacedor eterno de esta situación  toda una estafa elaborada por los dueños del poder. Chaman, esclavista, feudal, burgues, comerciante o lo que sea.
La creencia mágico religiosa es pues clavo sobre la tumba  de las ideas y la libertad de los hombres porque siempre hay un mas allá surgido de las manos  del Hombre Trabajador dueño y señor moralmente de este Universo.
Sin embargo, los tales marxistas del siglo XXI hipócritas de todo género o actividad racional se han creado una fabula para manejar y explotar un país donde un señor inexistente aparece, desaparece y se oculta para dar mensajes  del mas allá para consolidar un régimen perpetuo  usando al Estado para todos estos dislates perversos en la mente popular manipulada al extremo por unos pérfidos burócratas capaces de cualquier enajenación por permanecer en el Poder y seguir en la Banda buscadora de guisos engañándose hasta ellos mismos  cuando recurren al marxismo como muleta de sus fechorías ideológicas.