A propósito de la disposición de reanudar las actividades escolares en remoto, la psicólogo clínico María Mendoza advierte sobre la necesidad de que los planteles regulen los volúmenes de actividades que envíen a los estudiantes, especialmente por las dificultades de la conexión predominante en el país.
Considera la experta en el abordaje de problemáticas en el área infanto-juvenil, y parte del equipo de salud de la Fundación del Centro Italiano Venezolano (Fundaciv) que, si bien es cierto es importante mantener a los niños y adolescentes ocupados intelectualmente para que no pierdan sus hábitos de estudios, también se debe tomar en cuenta la situación inédita que están viviendo, tanto los educandos como los padres, que están reajustando sus rutinas y dinámicas familiares, al tiempo que se están adaptado a múltiples cambios, producto de la situación actual.
Sin duda, son momentos de mucha tensión, ansiedad e incertidumbre; sin embargo, el llamado es a la coherencia, ya que ciertamente no se está de vacaciones, sino bajo una situación de contingencia, donde existen dificultades de conexión a internet, o casos donde no se cuenta con el servicio.
“En muchos hogares, de varios hijos, solo se dispone de una computadora. Por otra parte, si los docentes en clases presenciales trabajan con limitaciones, imaginemos con cuánta presión estará trabajando ahora ese docente que, en algunos casos, puede no ser muy tecnológico. Sin duda, son numerosos los factores a tomar en cuenta en esta etapa de la cuarentena, en lo que respecta a la educación llevada desde el hogar, en un país, donde los servicios básicos están comprometidos”, argumentó la experta.
Agregó que, en todo caso, sería conveniente que las escuelas incluyeran actividades que permitieran a sus alumnos drenar la situación actual, a través de dibujos, auto registros y composiciones, entre otros; así como recomendar a los padres conectar con las emociones de sus hijos, y las escuelas hacer lo propio con sus alumnos, comprendiendo el papel que corresponderá a padres y/o representantes como facilitadores del aprendizaje, en muchos casos, sin conocimientos ni estudios ni con la pedagogía necesaria.
Recomendaciones sobre el papel de los padres
Ante esta situación, la especialista recomienda en primer lugar, evitar constituirse en maestros de sus hijos y limitarse solo a ser sus guías. Más que los conocimientos y dominios sobre los temas, es la paciencia y voluntad la que debe imperar.
Igualmente, abstenerse de exigir ni esperar el dominio de todos los contenidos educativos, aunque sí de estimular el sentido de la responsabilidad y logro en sus hijos. Evitar que por sí solos y sin horario de dedicación asuman la realización de las tareas, sobre todo los más pequeños. Estima importante establecer un horario de estudio y velar por su cumplimiento. Y, en cuanto a los adolescentes, que ya tienen cierto sentido de autonomía e independencia, monitorear el cumplimiento de sus actividades.
Advierte que los padres no pueden supervisar tareas desde la cocina por ejemplo, incurriendo en gritos innecesarios. Es preferible estimar un tiempo para su supervisión y guía, pues debe entenderse que ningún niño ni adolescente aprende en medio de discusiones y ofensas sino, por el contrario, deben motivarse y felicitarlo y, en los casos que se observe la presencia de dificultades, contactar sus emociones y orientarlos debidamente.
En relación con la responsabilidad de ayuda que asumen ante la situación planteada de teleeducación, les recomienda no sobrecargarse con esta función, porque lo más importante en este momento, pese a las exigencias escolares, es conservar la calma y mantener una conexión emocional fluida con los hijos.
“Si usted un día se despierta abrumado, agotado, de mal humor, pues tómese un tiempo, cambie la rutina. Si es necesario, tómese el día libre, ya que estamos en una contingencia donde lo más importante es preservar la salud, tanto física como mental de sus hijos. Probablemente sus hijos no recordarán cuantas tareas lograron subir a la página del colegio, pero sí la calidad de las relaciones familiares vividas durante este proceso”.
Finalmente, Mendoza enfatiza en la necesidad de reforzar en los más pequeños, los vínculos afectivos con el resto de la familia, bien sea a través de video llamadas o juegos en línea. En cuanto a los adolescentes, la comunicación debe ser sincera, empática y paciente. “El padre o madre de un adolescente bajo esta condición de pandemia debe manejarse entre los polos de la empatía y la autoridad positiva, pues es importante hacerles ver que ante esta situación tenemos herramientas tecnológicas que pueden atenuar los efectos del aislamiento para cubrir la necesidad del contacto físico y social”, agregó