No llegó quizás a imaginarse Escarlata O’ Hara, ese personaje creado por Margaret Mitchel en Lo que el viento se llevó, que siglo y medio después ascendería a la Presidencia de los Estados Unidos un Presidente de color. Por otra parte, se atribuye al profeta San Malaquías de Armagh y también a Nostradamus, la predicción sobre el advenimiento de un papa negro (profecía no aceptada por la Iglesia) y es un bulo popular, la afirmación de que cuándo haya un Papa Negro vendrá el fin del mundo. A que vienen estas disquisiciones se preguntará el lector. Veamos: la política, tiene un alto contenido aleatorio y por tanto es impredecible. No es una ciencia exacta y mucho depende de las estrategias y tácticas empleadas por los actores en el escenario correspondiente, de acuerdo a sus pretensiones personales o de grupo, y a factores externos ajenos a la voluntad de sus protagonistas. Creo que esto último es una verdad de Perogrullo. Verbigracia: la muerte de Chávez.
La crisis por la cual atraviesa actualmente la república ha impulsado a todos los sectores, preocupados por el devenir de la patria, a buscar una solución en aras de solventar la problemática que amenaza con hundirnos cada vez más como país. Cada día toma más fuerza la tesis de que la respuesta pasa irremisiblemente por un cambio del modelo socialista que nos ha sido impuesto. Para ello constituye requisito insoslayable la salida constitucional del actual mandatario, habida consideración de que su tozudez y renuencia a rectificar el rumbo, son evidentes.
Las posibles soluciones van desde las conciliatorias, asentadas sobre la esperanza de construir un consenso entre gobierno y oposición, hasta las variadas salidas legales contempladas por la Constitución. Sobre éstas últimas se asoman como principales: la renuncia, la enmienda constitucional, el revocatorio y la Constituyente. La enmienda para recortar el mandato presidencial a cuatro años, se presenta como una de las más expeditas y consiste en la adición o modificación de uno o varios artículos a la Constitución, sin alterar su estructura fundamental. La iniciativa puede venir de la Asamblea y en tal caso, se aprobaría por mayoría. Una vez aprobada será enviada al Poder Electoral quien a los treinta días de su recepción la someterá a referendo.
Tal como se observa, no es soplar y hacer botellas, pero todas las demás cabalgan también sobre complejos procedimientos difíciles de obviar que requieren meses para su instrumentación y para su final y feliz consecución; y, la espera, desespera. Pero eso es lo que hay, diríamos coloquialmente hablando. Sin embargo, la renuncia como opción no es descartable. De producirse ésta, se iría a unas nuevas elecciones dentro de los treinta días consecutivos siguientes; y en el interín, y por disposición de la carta magna, se encargaría de la Presidencia de la República, el Vicepresidente Ejecutivo. Tendríamos entonces, pese a sus aristas y a los bulos del pueblo, un Presidente de color, tal como lo tiene el imperio. Por supuesto no sería el fin del mundo como en la profecía, pero con la elección a seguir, vendría el fin de esa gran estafa que ha significado el Socialismo del Siglo XXI. Rafael García Hernández
