El principal propósito y misión esencial de todo ente educativo es formar y no abusar del supuesto poder que tienen los profesores sobre sus alumnos, por aquello de la bendita «nota» que marca inexorablemente el futuro de la persona que busca superarse a través de una carrera, la cual muchas veces ni siquiera le satisface haberla escogido; sino, más bien que sirva como una tabla de salvación, sobre todo en un país donde uno no puede estudiar lo que quiere, sino lo que hay.
El caso de este escrito es para hacerle un llamado a profesores tanto de secundaria o segundo nivel y universitaria (3er. nivel); lógico y principalmente a las autoridades de esos entes educativos, para que de una vez por todas pongan freno a la absurda y burda práctica de «obligar» a sus alumnos a gastar una suma de dinero a veces muy alta, tanto en trajes, decoraciones y comidas, para satisfacer su reprochable forma inquisitoria de oír respuestas de trabajos normales o exámenes, cual exposiciones de alto nivel ante dos o más colegas, cual verdugos, que luego de un juicio sacian su hambre y su sed a costillas de muchos estudiantes que a veces ni siquiera tienen para comprarse un bocadillo para su desayuno y cuyos padres deben sacrificarse para poder cumplir con el protocolo exigido.
Así es, amigos, como ustedes lo están leyendo en estas líneas, los muchachos deben hacer todo eso, para que sus profesores desayunen, merienden o almuercen a costillas de sus discípulos. Práctica indigna de quienes tienen en sus manos la enseñanza, la moral y la ética que todo profesional que lleve ese título tan honroso «profesor» debe magnificar ante los ojos de sus pupilos.
Definitivamente hay que ponerles el ojo a estos señores y recordarles que lo que más interesa es la academia, no emplazar entre ellos quien lleva el mejor traje, el mejor refrigerio o el mejor adorno. Absurda manera de enseñar y calificar. Ustedes profesores (dirigido sólo a quienes lo hacen) están raspados y mis respetos, a los que son la mayoría, aquellos que se dedican con profesionalismo y orgullo a formar hombres y mujeres que contribuirán con su sapiencia al desarrollo de nuestra patria».
